Acerca del Matrimonio.

Fragmento del libro:
“Conversaciones con mi Yo Superior”

Por Johnny Bardavid

¿De qué otra forma estabas saboteando tu matrimonio?

Déjame pensar, ¿cómo te explico esto? Mi padre era un hombre muy autoritario, que con frecuencia dominaba a mi madre con recriminaciones y un gran silencio prolongado.”

¿Qué hacías tú a ese respecto?

“Ahora me doy cuenta, que, sin pensarlo, he estado castigando a mi esposa con el silencio y la indiferencia pasiva. Dejo que transcurran los días sin cruzar palabra, como si ella no existiera, pero no lo hago a propósito, me sale muy natural.”

Ya estás justificándote, ¿crees qué no se te puede culpar porque tu papá actuaba así?

“Así lo creo.”

El alcohólico, el que roba, el autoritario, prepotente y despreciativo no puede esconderse detrás de una cortina de humo.

“¿Qué quieres decir con esto?”

Que sólo tú te engañas al pensar que tú no eres responsable porque fueron las conductas que heredaste.

“Pues yo siento que así es. Eso ya lo trae uno en la sangre.”

Efectivamente, esas conductas pueden heredarse, o más bien “contagiarse” en casa, sin embargo, esas programaciones mentales, siempre son susceptibles de modificarse. Ahora que estás comenzando a conocer la ley de atracción, puedes comprender esto y saber que nunca falla, funciona igual que la ley de gravedad.

Violencia, desprecio, altanería en la voz o a través del silencio, es la agonía de la razón y atraes resentimientos que se van acumulando y que van auto destruyendo cualquier relación. Te conviertes en tu propio peor enemigo, en el ladrón de tu felicidad y en el freno de tu progreso económico, porque de seguro actúas también así en tu Trabajo

“Pues sí, con mis dos subordinados, y ahora que lo mencionas, capto mejor la idea del porque no se puede corromper a la ley de atracción. Veo que he estado atrayendo las actitudes y comportamientos

negativos que he mantenido tanto en mi trabajo como en mi hogar.” “Fíjate que a veces me enojaba, gritaba y hasta llegué a empujar violentamente a mi esposa, pero sabes, ella también se alteraba conmigo, despreciaba mi trabajo, mis ingresos, me empequeñecía y me hacía sentir muy inútil.”

Nadie te puede despreciar y hacerte sentir inútil, a menos de que tú aceptes que otro u otros son los arquitectos de tu destino.

Cuando me hablabas del comportamiento de tus subordinados, empleaste una excelente frase: “La ley de atracción no se puede corromper”, pero en el mismo pensamiento te estabas justificando otra vez.

Recuerda que cuando apuntas con un dedo a otro u otros, TRES dedos te apuntan a ti. Desde tu punto de vista, debes considerarte responsable de todo lo que te sucede y de todos tus actos.

Lo más fácil es culpar a otros por tus fallas o tu comportamiento, sin darte cuenta que, EN REALIDAD, tú eres el causante de todo lo que te sucede.

“Me sigue siendo difícil aceptar eso. En nuestro trato con diferentes seres humanos, de seguro otros también tienen muchas culpas, ¿o qué? ¿SIEMPRE tenemos que ser responsables nosotros?”

¡No pretendas alfombrar tus caminos por la vida, mejor ponte zapatos!

“¿Qué me quieres decir con eso?”

¡No mandes al psicólogo a todos los que tengan conflictos contigo, mejor corrige tus actitudes y tu forma de ver la vida, ¡así encontrarás tu paz y tranquilidad interna, que son invaluables y nadie te las podrá arrebatar!

“No entiendo bien, ¿quieres decir que antes de culpar a otro, analice mi conducta, la forma de expresarme y, que corrija mis errores?”

Precisamente. Cuando cambias la forma de ver y hacer las cosas, las cosas que ves y haces cambian. ¡Tú siempre eres el arquitecto de tu destino!

“Conversaciones con mi Yo Superior”

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Fragmento del libro “Conversaciones con mi Yo Superior”


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